El malvavisco contra las Parcas
Capítulo 5
VID: Gracias, querida Encina, árbol fuerte de densa copa. Yo, por mi parte, tengo el gusto de presentaros a la Althaea officinalis, conocida popularmente como Malvavisco. Veinte siglos antes del nacimiento de Cristo, la Malva Alcea o Malvavisco ya era valorada por los antiguos egipcios, que fabricaban con su raíz un dulce que, por su excelente calidad, se reservaba a la familia del faraón.
La Althaea officinalis debe su nombre a una reina: Altea, esposa de Eneo, rey de Calidón, en la Etolia. De Eneo se decía que fue el primer mortal a quien Dioniso dio la Vid.
PINO PIÑONERO: Etolia es una región montañosa de la costa norte del golfo de Corinto.
PAPIRO: Altea, tiene relación etimológica con la curación. Altheus es como se dice “medico” en griego clásico.
ROSAL: El gran poeta latino Horacio, que nació en el año 65 antes de Cristo, ya era conocedor de las propiedades curativas de la Altea Malvavisco
Pero me parece que debemos dar, de una vez por todas, la palabra a esta planta perenne que elige crecer en lugares húmedos, salinos y arenosos.
ALTEA (MALVAVISCO): Gracias, Rosal que tienes la suerte de estar ofrendado a la diosa Afrodita y también a las tres Gracias de bellas miradas (2).
Como nos adelantó la Vid, mi nombre se explica por la princesa Altea, hermana de otra beldad de acreditada fama: Leda.
El padre de ambas se llamó Testio y fue un héroe de Etolia. Por él, Altea era bisnieta de Ares, el dios Guerra. Por su madre, Altea fue nieta de Zeus. Con esto creo que queda bien probada la indiscutible alcurnia de la reina cuyo nombre coincide con el mío.
PERAL: Al ser hermana de Leda, los hijos de Altea fueron primos de Helena de Troya, de Clitemnestra de trágica historia, y de Cástor y Pólux, conocidos como los Dióscuros, expertos jinetes a los que estoy muy unido en la leyenda.
ALTEA (MALVAVISCO): Así es, Peral silvestre que estuviste bajo la advocación de Hera, la reina del Olimpo, como el Manzano, el Granado…
GRANADO: No es porque yo lo diga, pero a mí los dioses se me disputaban; y la prueba es que los griegos me consagraron a Hera, a Dioniso y a Core-Perséfone, mi diosa favorita sin duda. Por algo fui el símbolo de la regeneración y la resurrección.
HIGUERA: Y de la muerte.
GRANADO: Mira que eres aguafiestas, Higuera loca.
ALTEA (MALVAVISCO): ¿Sigo?
ROBLE: Sin dudarlo, Malvavisco.
ALTEA (MALVAVISCO): Altea fue madre de cuatro hijas; la más célebre fue Deyanira, que terminaría casándose con Heracles. Su hijo más insigne fue Meleagro. Corría el rumor de que Meleagro fue fruto de los amores de Altea con el belicoso Ares; lo mismo que se rumoreaba también que Deyanira nació de sus amores con el dios Dioniso. Pero…
VID: No hay “pero” en lo que respecta a Deyanira, Malvavisco. Ocurrió que Dioniso, el coronado siempre de Hiedra (3), se encontraba como huésped en la casa de Eneo cuando se quedó prendado de su esposa Altea. El fruto de este enamoramiento fue Deyanira. Dioniso recompensó a Eneo con el regalo de la Vid. ¿Queréis otra prueba?
La tenemos en que cuando Meleagro murió, mientras que el resto de sus hermanas fueron convertidas por la diosa Ártemis en esas aves que los humanos llaman pintadas,
Deyanira recobró enseguida la forma humana. Dioniso convenció a Ártemis para que permitiera que Deyanira continuase siendo una mujer.
Pero sigue con el relato, Altea, de reputadas propiedades medicinales.
ALTEA (MALVAVISCO): Lo intentaré.
AVELLANO: La fábula de las hermanas de Meleagro, convertidas en pintadas, explica un culto dedicado a Ártemis en Atenas como “Ártemis meleagris o Ártemis de la pintada”.
Pero continúa, Altea Malvavisco, que gustas de crecer junto al mar.
ALTEA (MALVAVISCO): ¡Me admira ver cuánto sabéis todos acerca de la reina Altea! Pero, para seros sincera, me encantaría ser yo la que siga con su historia.
A los siete días de nacer su hijo Meleagro, las tres Moiras, hijas de Zeus, que tienen en sus manos el hilo del destino de dioses y humanos, se presentaron en la habitación donde Altea todavía se recuperaba del esfuerzo de haberle traído al mundo. A las Moiras los romanos las llamaron las Parcas.
Láquesis sentenció: “Venimos a advertirte de algo, Altea. Tu hijo hubiera sido de noble corazón.” Y Cloto continuó: “Hubiera sido aventurero y muy valiente si…” Y por último Átropo, la que corta el hilo de la vida, añadió: “Si no fuera porque su vida será tan breve como la de ese tizón encendido que ves ahí”. Y señaló un tizón que en ese instante ardía en el hogar que daba calor a la alcoba.
OLIVO: Se corrió el rumor de que el tizón que ardía en el hogar era una rama de olivo que Altea había parido al mismo tiempo que a Meleagro.
AVELLANO: ¡Ridículo, absurdo!
ALTEA (MALVAVISCO): Nadie podía influir en las decisiones de las Moiras, a cuyos designios estaban sometidos incluso el resto de los inmortales. Pero Altea lo hizo. Con la rapidez de un rayo, se levantó del lecho donde Meleagro hacía pocos días había abierto los ojos a la vida, cogió el tizón quemándose ambas manos y lo arrojó a un barreño de agua que allí había. Luego lo escondió apagado y bien envuelto en una tela dentro de un arcón donde guardaba sus vestidos.
Meleagro creció, convirtiéndose en un joven de gran apostura y valor. Y sucedió que un día en el que el esposo de Altea, Eneo, ofrecía sacrificios a los dioses se olvidó de Ártemis.
La “Señora de las cosas salvajes”, como también se conocía a la diosa Ártemis, era rencorosa y vengativa, y no quiso dejar pasar el error de Eneo sin castigo. Como represalia, envió a Calidón un feroz jabalí que mató mucho ganado y arruinó todas las plantas y los cultivos.
Eneo y Meleagro organizaron entonces una cacería con objeto de acabar con la fiera y con los desastres que estaba causando. Invitaron a los cuatro hermanos de Altea, tíos de Meleagro, y también a muchos jóvenes y personajes notables.
PERAL: Entre ellos estaba Idas, suegro de Meleagro; Teseo, el matador del Minotauro; Jasón, capitán de los Argonautas; los hermanos Peleo y Telamón, que luego serían padres de Aquiles y Áyax el Grande respectivamente; y los sobrinos de Altea, Cástor y Pólux, hijos de su hermana Leda.
BOJ: Y una joven inolvidable y muy deportista: Atalanta.
MAGNOLIO *: Está claro, Malvavisco, que la historia de la mujer a la que debes tu nombre interesa a muchos árboles.
ALTEA (MALVAVISCO): Así parece, elegante Magnolio nativo del sureste de los Estados Unidos. Yo, una humilde planta herbácea, soy la primera sorprendida. No sabía yo que la fama del esforzado hijo de Altea hubiese llegado tan lejos.
Se pactó que los colmillos y la piel de la fiera serían el trofeo para aquel de los invitados que lo matase. Pero se ve que la divina Ártemis seguía resentida y se había encargado de maldecir la cacería.
La cacería duró varios días y el jabalí se llevó por delante la vida de alguno de los cazadores.
BOJ: Atalanta demostró ser más decidida, diestra y audaz que todos ellos.
ENCINA: ¿A alguien le extraña? Porque a mí no.
ALTEA (MALVAVISCO): Meleagro se había casado recientemente con una joven llamada Cleopatra a quien amaba con ternura. Meleagro no conocía a Atalanta, pero verla y enamorarse de ella fue todo uno.
ALISO: El rabioso jabalí surgió de repente de un arroyo a donde había corrido a guarecerse, detrás de los Alisos que crecían abundantes a las orillas del agua. (6)
ALTEA (MALVAVISCO): Atalanta fue la primera en herir con una de sus flechas a la fiera. Meleagro fue quien remató al animal, pero decidió que los trofeos de la cacería fuesen para la joven. Así que regaló a Atalanta los despojos del jabalí.
El hermano mayor de Altea fue el primero en protestar con gesto grave y serio:
–“Tú fuiste quien mató a la bestia, no esta mujer extranjera. Si tú no quieres los despojos, debes dármelos a mí, que de todos los aquí presentes soy el pariente más cercano a tu padre Eneo y el de más edad”.
Las quejas de los cuatro hermanos de Altea por el incumplimiento de las reglas acordadas terminaron desatando una furibunda pelea. Bía, la Violencia, hija de Titanes, (6) se apoderó de Meleagro, y dos de sus tíos acabaron muertos a sus manos.
Cuando Altea vio cómo traían los cadáveres de sus hermanos tendidos en un carro, sintió cómo la cólera se adueñaba de su cuerpo y de su espíritu. Y maldijo a Meleagro, invocando a las Erinias, las diosas de la venganza, hijas de Urano, nacidas de su sangre caída a la tierra cuando, al principio de los tiempos, fue castrado por su hijo Crono con aquella abominable hoz de pedernal.
Los dos hermanos de Altea que quedaban con vida declararon la guerra a la ciudad de Calidón.
Pero Meleagro se sentía incapaz de tomar las armas para defenderla, paralizado como estaba por la culpa. Finalmente, su esposa Cleopatra logró convencerle para que se pusiera al frente de sus hombres. La adversidad quiso que en la lucha Meleagro matase a sus otros dos tíos maternos.
Entonces la Furia se apoderó también de la voluntad de Altea. Llena de ira vengadora, se dirigió al cofre. Allí estaba el negro tizón apagado, en el fondo, envuelto en una vieja tela. Altea lo cogió y lo arrojó al fuego.
Meleagro, que en ese instante batallaba, tardó en morir lo que el tizón tardó en consumirse del todo.
Cleopatra, la nuera de Altea, no pudo hacer frente a su dolor y se suicidó colgándose de una viga.
Las hermanas de Meleagro lloraron la muerte de su hermano y los dioses, conmovidos y con el fin de evitarles tanto dolor, las convirtieron en esas aves que llaman pintadas. Deyanira, no obstante, recuperó enseguida la forma humana; no en vano su padre había sido el divino Dioniso de abundante melena (2), como ha contado antes la Vid.
Pero las aladas Erinias o Furias también encarnan el remordimiento y fueron atrapando uno tras otro todos los pensamientos de Altea. Hasta que ella no pudo soportarlo más.
Aquel anochecer la cara de la Luna estaba algo volcada hacia la Tierra, como si mirara fascinada lo que allí pasaba. Unas rasgadas neblinas procedentes del mar la velaban tenues.
Altea eligió un árbol. Había decidido darse muerte a sí misma. Y se ahorcó. No recuerdo de qué árbol se trataba. Pero sé que lo último a lo que dirigió su mirada fue a un grupo de floridos malvaviscos. (6)
CIPRÉS: Veo que te emocionas, Malvavisco. ¿Quieres que te eche una rama y siga yo? Soy testigo incondicional de lo que ocurre en el mundo de las sombras. Por algo soy el árbol insignia del dios Hades de corazón inflexible.
ALTEA (MALVAVISCO): Te lo agradezco, longevo Ciprés siempreverde.
CIPRÉS: Convertido ya Meleagro en una sombra en el Hades, se enfrentó a Heracles cuando este entró en el mundo de los muertos para apoderarse del Cancerbero, aquel monstruoso perro de múltiples cabezas. Era el objetivo del undécimo trabajo del héroe.
Todos los espíritus huyeron cuando vieron cómo desembarcaba Heracles de la nave de Caronte, el barquero infernal. Todos menos Meleagro y Medusa, la cruel Gorgona muerta hacía tiempo por el joven héroe Perseo. Ambos, Medusa y Meleagro, hicieron frente al héroe de la clava de Olivo que iba cubierto, como era habitual, con su piel de león.
El intrépido Heracles, el hombre más fuerte y audaz que ha existido, no pudo evitar asustarse al ver a la horrísona Medusa que convertía en piedra a todo aquel que la mirase a los ojos. El dios Hermes, que acompañaba a Heracles en su visita al Hades, tuvo que tranquilizarle:
-“Medusa no puede hacer ya daño a nadie; solo es un fantasma.”
ALTEA (MALVAVISCO): Ciprés de cuya madera se fabricó el cetro de Zeus, tu intervención ha sido muy oportuna, la emoción me impedía hablar.
El fantasma de Meleagro llevaba puesta su brillante armadura. Lo sé porque el fantasma de Altea habitaba ya en el Hades (6).
Heracles, precavido, tomó una flecha de su carcaj y apuntó a Meleagro con ella. Pero el hijo de Altea le sonrió diciéndole:
–“¿Acaso el admirable Heracles, el valeroso hijo de Zeus, tiene miedo de los muertos?”.
Heracles dejó a un lado sus armas y en señal de amistad, alargó su brazo para intentar coger el brazo de una sombra.
Conversaron ambos amistosamente durante un buen rato. Heracles se conmovió al oír de labios de Meleagro su triste historia. Finalmente, Meleagro suplicó a Heracles que cuidase de su hermana Deyanira, que había quedado sola y sin protección. Heracles le respondió:
–“Con gusto la pediría en matrimonio. He oído hablar maravillas de ella. ¿Es cierto que practica el arte de la guerra y que es una estupenda conductora de carros? Si me acepta, será mi esposa”.
Meleagro y Altea se quedaron tranquilos. Intuían que Deyanira se enamoraría perdidamente de Heracles. Y así fue. Pero esa es otra historia y ya no me incumbe contarla a mí.
Y ahora es tiempo de que dé la palabra a la Viola Tricolor que en España han rebautizado con tan bello nombre: “Pensamiento”.
Próxima lectura:
«El pensamiento y los juegos olímpicos»
Elena Huerta Fernández para VISITARB MADRID