La Euforbia entre dos Euforbos
Capítulo 11
EUFORBIA: Gracias, Helenio, que eliges para la floración prados húmedos.
Yo por mi parte pertenezco a un extensísimo género de plantas, muy variable y mundialmente extendido. Algunas de nosotras somos perennes, otras son anuales; algunas son venenosas y otras no. Yo, concretamente, soy la Euphorbia amygdaloides; soy perenne y vivo en los bosques de casi toda Europa; me gustan preferentemente los bosques claros.
Nuestro nombre tiene su razón de ser en un médico griego, muy aficionado a la Botánica, llamado Euphorbus. Un hombre muy corpulento
Era el médico del rey de Mauritania Juba, que fue educado en Roma, donde se casó con la hija de Marco Antonio y Cleopatra, la reina de Egipto.
AVELLANO: Pero esto es verídico, ¿no? Cleopatra, que falleció en el año treinta antes de Cristo, tenía una hija que se llamó Cleopatra-Selene.
EUFORBIA: Es verídico, Avellano alérgico a las fantasías. Sin embargo, también comparto el nombre con otro personaje de leyenda; y con tu permiso, Avellano, voy a extenderme un poco más en este otro Euforbo: el troyano. Quizá soy la única planta de este coloquio que siente de todo menos orgullo por compartir su nombre con este humano con quien lo comparto. Me dispongo a explicar por qué.
Papiro de hojas largas y estrechas, no hace falta que digas lo que Euforbo significa; ya lo hago yo; significa “buen pasto”. Euforbo participó en la guerra de Troya. Fue un experto lancero.
OLMO: Homero destaca su fuerza física.
EUFORBIA: Sí; en cuanto a su corpulencia el legendario Euforbo troyano era similar al histórico Euphorbus griego que practicó le medicina en Roma.
El Euforbo troyano era hijo de un sacerdote del dios Apolo que siempre servía de compañía al rey de Troya, Príamo.
El dios Apolo había tomado partido a favor de los troyanos y no dudó en participar personalmente en la lucha contra los griegos.
No puede decirse con exactitud que Apolo matara personalmente a Patroclo, el gran amigo del vehemente Aquiles, pero sí que preparó su muerte.
El dios de áurea melena rechazó tres veces con su pesado escudo a Patroclo cuando este intentaba escalar la muralla troyana. Al anochecer y oculto por una espesa niebla, el dios se acercó a Patroclo por detrás y le golpeó en la espalda.
La acometida fue tan atroz que la lanza del héroe se partió en dos, cayó a tierra el yelmo de su cabeza y también el escudo que llevaba en el brazo se precipitó al suelo. No contento con eso, el dios solar desató el peto que cubría el pecho de Patroclo.
Euforbo, que lo estaba viendo todo, aprovechó cobardemente el trance para herir gravemente a Patroclo. Este aún puede levantarse del suelo, pero en ese momento interviene Héctor, el héroe troyano por excelencia, y lo mata de un solo golpe.
Héctor es el más importante de los numerosos hijos del rey de Troya, Príamo.
OLMO: A Patroclo, entonces, “…lo cubrió la muerte con su manto, y voló de sus miembros el alma a la casa del Hades y lloraba porque dejó un cuerpo robusto y muy joven.”(4)
EUFORBIA: Apenas tuvo tiempo Euforbo para saborear su falsa victoria, porque poco después encontró a su vez la muerte a manos de Menelao, el rey de Esparta.
De la renombrada pareja compuesta por Menelao y Helena nos ha hablado el Helenio de grandes y bellas flores.
OLIVO: “Como olivo frondoso plantado por un jardinero en lugar solitario y en donde las aguas abundan crece hermoso y lo mecen los vientos de un lado y de otro y se cubre después por entero de flores muy blancas, mas de pronto sobre él cae un viento violento y lo arranca de la tierra que crece y lo tiende después en el suelo…” (4) así cayó Euforbo derribado por Menelao. ¿Es o no es un orgullo que Homero eche mano de mí para describir la escena?
ROBLE: Afirmativo, Olivo que llevaste la luz a los griegos.
EUFORBIA: Me gustaría hablar brevemente de Patroclo.
La amistad (o el amor) de Patroclo y Aquiles comenzó en su infancia. Patroclo vivió desde niño en la corte de Peleo, el padre de Aquiles. Patroclo se había visto obligado a irse de su tierra por haber dado muerte a otro niño jugando a la taba.
Peleo le recogió para que viviera con él y fuese compañero de juegos de su hijo Aquiles.
Es notoria la amistad que ligaba a Aquiles y a Patroclo. Nadie puede saber si el afecto que los vinculaba era aún más profundo que el que une a dos amigos.
En realidad el tema de la Ilíada no es la guerra de Troya en sí. La Ilíada trata de la cólera del impetuoso Aquiles, que abandona la lucha, enfurecido contra el jefe supremo de los griegos, Agamenón, que le roba a Briseida, una esclava troyana por la que Aquiles siente un amor innegable.
Patroclo incita una y otra vez a Aquiles a que vuelva a la batalla, consciente de que los griegos le necesitan. Ante la tenaz negativa de Aquiles, Patroclo le pide que le deje usar sus armas para hacerse pasar por él. El de los pies ligeros finalmente accede. No sabe que no volverá a ver vivo a su amado Patroclo.
OLMO: “¿A quién mataste primero y a quién el último, Patroclo, cuando los dioses te llamaron a la muerte?” (4)
EUFORBIA: Las armas prestadas de Aquiles y sobre todo la indudable valentía de Patroclo le granjean varias victorias sobre los troyanos. Pero no le libran de la muerte porque, como he dicho antes, el héroe muere a manos del valeroso Héctor, a causa de la intervención torticera de Apolo, el dios que con sus flechas envía la muerte y las plagas, al tiempo que –paradógicamente- es el dios de la curación y la salud.
Cuando Patroclo muere, el dolor de Aquiles es tan agudo y la rabia tan intensa que le apremian a volver a empuñar sus armas.
Su único pensamiento: vengar la muerte de su amigo de la infancia; cosa que logra matando a Héctor, el príncipe que lidera a los troyanos.
JARA: Dejadme decir que yo fui testigo directo de los funerales de Patroclo. La Aurora de dedos de rosa, cuyo nombre griego es Eos, encontró a todos los aqueos llorando junto al muerto, y pudo comprobar que nadie sufría tanto como Aquiles. El de los pies ligeros lloraba sosteniendo la cabeza de su amigo entrañable.
El apuesto Agamenón, el jefe del ejército aqueo, mandó a los hombres al monte Ida a cortar leña y, una vez cargados, los mulos afanosos por entre las jaras volvían al llano. (4)
OLMO: Sí, lo recuerdo, Jara, planta pionera en la recuperación de suelos degradados. Es cierto, tú fuiste testigo de los funerales de Patroclo. Homero relata con detalle que se organizaron unos juegos en los que participaron todos los jefes griegos.
EUFORBIA: Cuando Aquiles muere (aunque su muerte no se cuenta en la Ilíada), sus cenizas se depositaron junto a las cenizas de Patroclo en urna dorada labrada por el dios Hefesto célebre por su destreza y talento (5);
un regalo del dios artista a la madre de Aquiles, Tetis.
Hefesto tenía motivos para estar muy agradecido a la atrayente Nereida, que le acogió en su gruta marina cuando fue arrojado del Olimpo celeste, y le brindó su apoyo en los primeros momentos y no muy felices circunstancias de su vida inmortal.
Pero este es otro fascinante relato que nos ofreció el Manzano en nuestra primera asamblea vegetal.
Y ya voy terminando. Para finalizar diré que parece ser que, siglos después, el sabio Pitágoras, que creía en la reencarnación, estaba convencido de que él era una reencarnación de Euforbo
NOGAL: Me ha gustado tu intervención, Euforbia a quien también llaman Tártago de bosque.
EUFORBIA: Tu elogio me gratifica, Nogal, inconfundible por tu preciado fruto.
Y gustosa, doy paso al Crocus sativus o Azafrán de doble tallo, planta que no encontraremos asilvestrada; y al Enebro, árbol mediterráneo resistente al frío y a las sequías.
ENCINA: El Enebro vive en casi toda mi península Ibérica, sobre todo en el centro y levante.
Pero creo que primero va a hablar el Azafrán de doble tallo que, a diferencia de otros de su género, no se cierra por la noche.
IRIS: Te saludo, Azafrán, perteneciente a mi familia: las Iridáceas.
Proxima lectura:
«El azafrán de doble tallo, el enebro y Medea»
Elena Huerta Fernández `para VISITARB MADRID