La ninfa bucles-dorados. Helicrisos en la tumba de Aquiles
Capítulo 30
HELICRISO: Gracias a los dos, Roble y Tilo de crecimiento lento y gran longevidad.
Mi nombre deriva del griego ἕλιξ helix «retorcido» y χρυσός crisós «oro». Mis flores tienen mucha demanda entre los humanos como flores secas. Son de muchos colores, con la excepción del azul. Curiosamente los humanos también me llaman “la flor de papel”.
Algunas de mis especies son el alimento de larvas de algunas especies de Lepidópteros, conocidos comúnmente como Mariposas, que comen exclusivamente alguna especie de Helichrysum.
Se me conoce como Helicriso por una ninfa llamada Helicris. Su cabellera ensortijada en bucles dorados hubiera sido la envidia de muchas ninfas, si estas pudiesen sentir envidia, cosa que no era posible. (6)
Las ninfas que habitan los boscosos montes son libres como el viento que sopla en torno a las copas de los árboles y encrespa el espejo de las aguas, pero también son sensibles y afectuosas. Helicris sentía un gran afecto por la venerable Ártemis, la diosa olímpica que había asumido las atribuciones de la antigua Titánide Luna, o Selene.
ROSAL: “Como las estrellas giran en torno a la belleza de Selene, ocultan su figura luminosa,cuando ella extiende en la tierra el resplandor de su plata …” (15)
HELICRISO: Esos versos son de Safo, ¿no es así, Rosal?
Helicris había decidido emplear su larga vida en servir a Ártemis, a quien la encantaba tensar su arco de oro por los bosques umbríos y los picachos batidos por los vientos. (3)
Aquella mañana el valle, aprisionado por las montañas de la Arcadia, aparecía cubierto por una nube alta, plana y compacta, de límites bien marcados, semejante a un ingrávido y centelleante dosel gris.
Helicris sintió en su ánimo el impulso de hacerle un regalo a la diosa. Cortó un buen puñado de mis flores e hizo con ellas una corona y una guirnalda, con las que adornó la deslumbrante cabellera de Ártemis.
–“A partir de ahora a estas flores se las llamará Helicriso en tu honor” – anunció Ártemis divina agradecida a su ninfa.
PALMERA: Helicriso de brácteas de color dorado brillante, espero que no te moleste que aproveche que te refieras a Ártemis, a la que agradan las arboledas umbrías (5), para decir que yo estuve relacionada con esta diosa de cegadora belleza, que amaba mis árboles por encima de ningún otro, porque uno de ellos protegió el parto de su madre Leto y con ello su nacimiento y el de su hermano Apolo.
HELICRISO: Me siento encantado de que intervengas, graciosa Palmera, cuyas verdes frondas, cuando las agita el fuerte viento son uno de esos espectáculos que resulta imposible dejar de mirar.
En otro sentido, yo fui una de las flores especialmente atribuidas también a la diosa Hera, la reina del Olimpo, la de brazos blancos como el nácar.
LIRIO: Honor que compartes conmigo, Helicriso que habitas en pinares claros.
GRANADO: Y conmigo. Yo también estuve consagrado a Hera, Helicriso de la familia de las Asteráceas.
MANZANO Y PERAL: Y nosotros dos también.
HELICRISO: El Granado de flores grandes de color rojo vivo, aludió a las tres bodas más memorables de la Mitología y describió el enlace de Cadmo y Harmonía. Pero a mi entender la boda que se lleva la palma es la de la diosa a la que me consagraron, Hera, con Zeus, el Inmortal que tiene a su cargo el cielo y los fenómenos celestes.
La boda se celebró en el jardín que Hera tenía en el Occidente, al pie del monte Atlas: el Jardín de las Hespérides, identificado así por las Ninfas del Ocaso, que le cuidaban con veneración.
En el Jardín de las Hespérides reinaba una primavera eterna y de sus fuentes manaba continuamente ambrosía. A la boda asistieron todos los dioses, que vinieron con soberbios regalos para la pareja; pero el que más le gustó a Hera fue el regalo de su abuela Gea.
MANZANO: Ese regalo fui yo. Un Manzano cuyas manzanas eran de oro. Las Ninfas del Occidente eran hijas de la Noche (Nix), una deidad antiquísima. Las tres Hespérides de fina voz (2) fueron: Egle, Eritia y Hesperetusa.
PAPIRO: Términos que vienen a significa:”Luz deslumbrante”, “Carmesí” y “Anochecer”.
HELICRISO: Dejadme que dé una última nota respecto a Hera, la diosa a la que pertenecí. Hera tenía el poder, idéntico al de su esposo Zeus, de otorgar el don de la profecía, a quien ella quisiera.
Sobre Hera no tengo nada más que decir. Pero aún quiero contar otra cosa. Los griegos me consideraron símbolo de la amistad y, como tal, me tuvieron por una planta sagrada. Con mis flores se adornaban las tumbas.
Así lo hizo con la tumba de Aquiles el rey Tésalo, que fue uno de los numerosísimos hijos de Heracles y que dio su nombre a la fértil Tesalia.
PINO PIÑONERO: Tesalia está al sur de Macedonia. A ambas regiones las separa una sierra que acaba en el monte Olimpo. El río principal que atraviesa Tesalia es el río Peneo.
LAUREL: El río Peneo fue el padre de Dafne (Laurel), la ninfa que prefirió convertirse en mí mismo antes de corresponder a los amores de Apolo.
VOZ DESCONOCIDA: El río Peneo fue también el abuelo de Aristeo. Hablar de él será de mi incumbencia; pero más adelante.
HELICRISO: La Nereida Tetis no escatimó esfuerzos para conseguir la inmortalidad para su hijo. Cuando Aquiles era pequeño, le sumergía en las aguas de la laguna Estigia con objeto de hacerle invulnerable. Todo el cuerpo del héroe lo fue, a excepción del punto por donde Tetis le sujetaba para introducirle en el agua de la laguna: el talón.
Aquiles estaba en Tesalia cuando su amigo Patroclo, acompañado de Ulises y de Néstor, fueron a invitarle a que participase en la guerra de Troya.
Tetis había intentado disuadirle sin importarle el subterfugio al que recurrir; un pantano de lóbrego presentimiento ocupaba su alma entera. Más que presentir, sabía que su hijo iba a encontrar allí la muerte. Y así se lo hizo saber a Aquiles.
La Nereida salió de la gruta marina donde vivía desde que abandonó al padre de Aquiles y se dirigió a su hijo con palabras que podrían parecerse a estas:
–“Hijo querido, me consta que si decides no tomar parte en la guerra contra Troya tu vida será larga. Si por el contrario participas en esa contienda odiosa, morirás muy joven”.
-“¿Qué puede reportarme morir en la guerra de Troya?”
-“ Nada en absoluto …”
-“No me mientas, madre”.
-“Solo … una Fama universal e imperecedera. Pero ¿acaso importa la fama? Lo importante es tu vida. No vayas a Troya, Aquiles”.
-“Madre, ante la disyuntiva de una vida larga y que nadie me recuerde en el futuro y una vida corta con Fama inmortal, tengo claro lo que prefiero” – respondió el héroe de los pies ligeros.
Feme es la personificación de la fama. Fama la nombraron posteriormente los romanos.
Fama es alada, extraordinariamente rápida e inmune al poder de Hipnos, el Sueño.
Habita entre las nubes porque no es bien recibida entre los Inmortales. Voluble, inestable, no merecedora de crédito, tenía poco prestigio entre los dioses. Muchas veces no le importa la veracidad de los sucesos y divulga infundios y chismorreos.
Pero los humanos la deseaban. De hecho, tenía un altar en Atenas. (*)
y ahora, una fuente en Madrid
ROSAL: Para Sófocles la Fama es hija de la Esperanza (Elpis); y acerca de la esperanza dice Píndaro lo siguiente:
“La esperanza y el peligro se parecen: ambos son daimones inquietantes”. (3)
BAOBAB *: Varios de vosotros habéis aludido a la muerte de Aquiles e incluso a su tumba. Pero ¿cómo murió el héroe?
HELICRISO: Acerca de la muerte de Aquiles no existe una sola versión. Podéis creer la que yo cuento porque es la verdadera. Aquiles murió en Troya luchando contra los troyanos. Por enésima vez, el héroe hacía retroceder a los troyanos hasta las murallas de su ciudad, cuando se le aparece Apolo y le ordena abandonar la lucha.
Aquiles desoye las órdenes del dios. El príncipe troyano Paris dispara una flecha a Aquiles, pero es Apolo quien desvía el dardo hacia el talón, el único punto vulnerable del cuerpo de este héroe fascinante héroe de contradictoria sensibilidad.
En lo que se refiere a la importancia que Aquiles concedía a la fama, por encima incluso de la vida, si creemos lo que dice Ulises en la Odisea, puede decirse que, una vez muerto, el héroe de los pies ligeros cambió de opinión.
Ulises baja al Hades y habla allí con muchas almas de difuntos, entre ellas está Aquiles. Esto es lo que le dice a Ulises el espíritu del héroe de los pies ligeros:
“No pretendas, Ulises preclaro, buscarme consuelos
de la muerte, que yo más querría ser siervo en el campo
de cualquier labrador sin caudal y de corta despensa
que reinar sobre todos los muertos que allá fenecieron.” (4)
Y ya es hora de que yo me calle para que hablen tres importantes plantas: La esparraguera, la pimpinela y el apio.
a las cuales compete la siguiente exposición que seguro nos va a interesar a todos.
Proxima lectura:
«Esparraguera, pimpinela y apio en ayuda de la chica»
Elena Huerta Fernández para
VISITARB MADRID