La joven plátano
Capítulo 36
PLÁTANO: Muy bien, Olivo, especie típicamente mediterránea que resistes la sequía y el calor. Voy a explicar a continuación cómo fue mi aparición en el extraordinario planeta que habitamos.
Pero para ello debo mencionar en primer lugar a dos personajes que están relacionados de alguna forma con la muerte de Adonis, a la que han hecho mención el Olivo y la Anémona de bosque, que en el sur de Europa solo se encuentra en zonas de montaña.
Los personajes a los que me refiero eran dos imponentes gigantes gemelos: Oto y Efialtes.
PAPIRO: Concretamente, Efialtes quiere decir “pesadilla”.
PLÁTANO: Gracias Papiro palustre originario de la cuenca mediterránea. En opinión de algunos eran hijos de Poseidón y de una mujer llamada Ifimedea.
Otros decían que eran hijos de Gea como todos los gigantes; en esta versión, Ifimedea solo era su nodriza. En todo caso, por el nombre del esposo de Ifimedea, que era Aloeo, se les conocía como los Aloádas.
Hubo quien dijo que fueron los más guapos y vigorosos de todos los hijos de la Tierra y que solo el gigante Orión (a quien raptó la Aurora enamorada) les superó en hermosura y vigor. Fijaos si los Alóadas eran altos que a los nueve años medían diecisiete metros de altura.
Oto y Efialtes tenían una hermana. Se llamaba Plátano.
Oto y Efialtes fueron los primeros en hacer sacrificios a las Musas de ceñido talle (2) en el monte Helicón (de Hélix, Sauce) y en considerar sagrado el monte favorito de las nueve hermanas, al que ellas amaban especialmente por estar poblado de Sauces.
SAUCE BLANCO: El escritor Pausanias dice del Helicón que era la tierra más sublime;
que rebaños de cabras ramonean sus dulces pastos; que allí ninguna hierba o raíz era venenosa, sino que, por el contrario, todas las plantas contrarrestaban el veneno de las sierpes.
PLÁTANO: Según una profecía de Gea, los Gigantes no podían morir ni a manos de un humano ni a manos de un dios.
La fuerza de Oto y Efialtes era tal, que su poder se les subió a la cabeza.
Los audaces y soberbios Alóadas ocuparon su tiempo en cometer algunas tropelías contra los dioses. Intentaron hacerle pagar a Ares la muerte de Adonis, del cual eran muy amigos.
Estaban convencidos de que Ares había enviado al jabalí que asesinó al joven. Oto y Efialtes encerraron al dios Ares en una vasija de bronce y allí le tuvieron trece meses, hasta que su medio hermano Hermes le liberó. Ares ya estaba al borde del agotamiento.
Otros desafueros llevaron a cabo Oto y Efialtes. Amenazaron con desecar el mar y llevar las aguas donde antes estuvo la tierra.
Intentaron atacar a los dioses trepando hasta el cielo, poniendo el monte Osa sobre el Olimpo y el Pelión sobre el Osa.
Efialtes declaró a Hera su amor. Oto hizo lo propio con Ártemis.
El resultado era más que previsible. Unos dijeron que Zeus los fulminó con un rayo.
Aunque también se propagó la noticia de que fue Ártemis quien les mató en la isla de Naxos;
…que la diosa se había convertido en cierva, que se había puesto entre ambos hermanos y que había hecho que disparasen sus flechas el uno sobre el otro. De esta manera los Alóadas no murieron a manos de un dios ni de ningún humano, sino víctimas el uno del otro.
A su fallecimiento, los dioses determinaron que fueran al Tártaro, donde permanecerían eternamente amarrados por serpientes a una columna, mientras los gritos constantes de una lechuza chirriaban en sus oídos.
Pero había alguien que sentía un sincero afecto por Oto y Efialtes. Y esta persona era su hermana Plátano.
Cuando los gigantes mueren, la chica no puede soportar su dolor y tanta tristeza acaba con ella.
Los dioses, conmovidos por su profundo amor fraterno, hicieron que su cuerpo ya sin vida se transformase en un árbol: yo mismo.
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Elena Huerta Fernández para
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