La higuera, la vid y las muertes del adivino Calcante
Capítulo 38
HIGUERA: Lo haré con mucho gusto, Plátano oriental, amante de la luz.
Ya se lo había advertido un oráculo a Calcante: que moriría cuando se encontrara con otro adivino que le superase en peripecia adivinatoria.
AVELLANO: Quieres decir “pericia”, Higuera loca.
HIGUERA: Pues eso he dicho: pericia; aptitud, efizaquia … digo, eficacia.
Un día Calcante fue a la ciudad de Colofón y allí se encontró con Mopso…
…un adivino hijo de la atractiva profetisa Manto, …
…que a su vez era hija del mítico adivino Tiresias,…
hijo a su vez de la ninfa Cariclo, que …
ROBLE: ¡Vale ya de ascendentes familiares! ¡Al higo, Higuera! Quiero decir, ¡al grano!
CORNEJO: Yo conté la historia de Tiresias en nuestro primer coloquio (1). Tiresias tuvo un famoso bastón que estaba fabricado con mi dura madera. Fue la diosa cuyos ojos eran de una magnética belleza, Atenea, la que regaló a Tiresias su valioso bastón, arrepentida de haberle dejado ciego por verla desnuda cuando se bañaba con su amiga Cariclo
HIGUERA: En Colofón vivía uno de mis árboles que crecía de forma silvestre. Estaba cubierta de higos.
Calcante se había propuesto avergonzar a Mopso, el nieto de Tiresias, y le anunció desafiante: – “Te reto a que adivines cuántos higos tiene esta higuera”.
Mopso cerró los ojos, se concentró, y con un rictus levemente irónico contestó: – “Diez mil higos, más una fanega … y un higo más de sobra”.
Calcante se echó a reír, y remedó burlón: – “¡Y un higo más de sobra!”
Cuando cogieron los higos del árbol se vio que la capacidad adivinatoria de Mopso era infalible. Había, efectivamente, diez mil y un higo más una fanega.
Ahora fue Mopso (el nieto de Tiresias) quien desafió a Calcante: – “¿Puedes tú adivinar cuándo parirá esta cerda, cuántos cochinillos traerá al mundo y cuántos serán hembras?”
Calcante no tenía ni idea de cochinillos. Se encontró pillado y respondió al azar. Así, a lo loco, por si había suerte y acertaba, se pronunció de esta manera:
– “Dentro de nueve días parirá ocho cochinillos… ¡todos machos!”.
Pero el listo de Mopso le corrigió:
– “No estoy de acuerdo. La cerda parirá mañana al mediodía dos cochinillos hembras y uno macho”.
HIBISCO*: ¡Vas a decirnos que acertó otra vez!
HIGUERA: Pues así fue, Hibisco rosa de la China. Hubo quien difundió que en ese instante a Calcante le dio un ataque; que no pudo soportarlo y se murió.
Se dijo también que había muerto de angustia; otros, que se había suicidado. Pero aún existe otra versión sobre su muerte. Y entiendo que esta versión puede contarla, mejor que yo, la Vid de ramas abundantes.
VID: Gracias Higuera de apreciados frutos.
Calcante, ya muy anciano, había ido a la ciudad de Mirina y allí atendía el templo de Apolo. El adivino plantó una viña en el recinto sagrado.
Al poco tiempo, un compañero de profesión que pasaba por allí, sin detenerse apenas, le pronosticó mordaz:
–“Viejo Calcante, no llegarás a probar el vino de estas viñas”.
Calcante carraspeó y dijo en un murmullo inaudible: “Estrafalario y decadente pajarraco de mal agüero”.
A continuación, le replicó en voz alta:
– “Beberás conmigo ese vino, porque te invitaré a la fiesta de la cosecha. ¿Cuánto te apuestas?”
Llegó el día de la cosecha y también llegaron los invitados a la fiesta.
Calcante se disponía a realizar la primera libación de vino cuando vio venir al agorero colega adivino. Sonriendo, se llevó el cuenco de fina cerámica a los labios. “¡He ganado la apuesta!” -exclamó.
En ese preciso instante le dio un ataque de risa y murió ahogado.
FORSITIA*: El caso es que, de una forma u otra, el pobre hombre murió.
HIGUERA: Sabía que la Vid lo iba a contar muy bien.
A renglón seguido va a hablar un árbol que a todos nos causa un gran respeto. El abuelo de los bosques (17) le llaman algunos.
Es el árbol más longevo de tu amado país, Encina. Puedes encontrarlo, esparcido y tendiendo al aislamiento, en todas las cordilleras de esa península que los griegos llamaron “Ibérica”.
Gusta de las laderas frescas y sombrías… Los hay con flores masculinas y los hay con flores femeninas.
GRANADO: ¡Higuera, tú hablando del sexo de las flores!
CEDRO: La Higuera se está refiriendo al muy prestigioso y siempreverde Tejo.
Mis respetos, árbol venerable de madera muy resistente, indiferente a la composición mineral del suelo, que puede vivir hasta mil quinientos años.
Próxima lectura:
«Te llamarás Mieto, por el Tejo»
Elena Huerta Fernández para VISITARB MADRID