La Andrómeda y la Persea
Capítulo 47
ANDRÓMEDA POLIFOLIA: En primer lugar os saludo a todos. Para el que no lo sepa diré que soy de la familia de los brezos y me gusta vivir en los Alpes, los Cárpatos y los Pirineos.
Como veis, mis ramas ascienden en arco y mis estrechas hojas son lanceoladas, con el borde enrollado, de color verde oscuro en el haz y gris o gris azulado en el envés. Puedo alcanzar los treinta centímetros.
Por último, advertir que soy venenosa. Llevo el nombre de una princesa de Etiopía Oriental, hija del rey Cefeo y de la reina Casiopea.
POSIDONIA: Parece que estoy viendo a la madre de Andrómeda: Casiopea. Era muy hermosa. Pero también muy vanidosa; y llevada por la vanidad, hizo pública la siguiente afirmación: “Ni mi cuerpo ni mi rostro tienen nada que envidiar a la más hermosa de las hijas de Nereo, el Viejo del Mar”.
Cuando la Nereidas se enteraron, fueron las cincuenta en bloque a quejarse a la máxima autoridad marina, que por entonces era Poseidón. Ya sabéis que el dios de los cabellos azules, que gobernaba la totalidad de las aguas, saladas y dulces, estaba casado con una de las Nereidas: Anfitrite. Poseidón no tenía escapatoria.
ANDRÓMEDA POLIFOLIA: Si Casiopea hubiera imaginado que la víctima de su vanidad e imprudencia iba a ser su hija Andrómeda… me pregunto si hubiese rectificado… ¿Se hubiera desdicho de su afirmación? Lo dudo. El caso es que no se lo imaginó … y Andrómeda fue una de las que … ¿cómo dicen los humanos? … Pagaron el pato.
POSIDONIA: Las ofendidas Nereidas, con Anfitrite a la cabeza, presionaron a Poseidón hasta que el dios envió al país un monstruo marino; y, si no recuerdo mal, fueron más de cinco los inocentes pescadores que devoró la bestia.
AVELLANO: Un tiburón blanco; lo más seguro.
ANDRÓMEDA POLIFOLIA: Yo no sé cómo era el tal monstruo. Lo que sé es que se consultó un oráculo para dar con la solución, y el oráculo dijo: “El monstruo desaparecerá cuando haya devorado a la princesa Andrómeda”.
Así que la inocente Andrómeda fue elegida como ofrenda expiatoria.
Habría de ser encadenada a una roca al pie de unos acantilados a la espera de que el monstruo la localizase.
Ninguno de los habitantes de la ciudad se quedó en casa. Todos fueron a ver el espectáculo; excepto los padres de la chica, que desde que había empezado la historia no se dirigían la palabra.
Andrómeda les gritaba que la soltasen de aquellas cadenas; que como mínimo la dejasen defenderse. Le asqueaba su papel de víctima indefensa.
Aún a sabiendas de que iba a morir, hubiera querido presentar cara al monstruo con piedras, uñas y dientes;
además, pensaba que era una nadadora y una buceadora excelente: existía la posibilidad –aunque remota- de que nadando como lo hacía acabase por agotar al monstruo y que este desistiese de su propósito; al menos por el momento.
O, como mínimo, hubiese perecido con la dignidad de la que no se rinde.
Imaginaos su terror cuando ve que un animal marino gigantesco y de horrible aspecto nada directamente hacia ella.
PERSEA: A Perseo solo le oyó y le vio cuando ya estaba sobrevolándola por encima.
Había llegado por el aire sin hacer el menor ruido, y Andrómeda tenía los ojos apretados para no ver las fauces del monstruo que se acercaba con lentitud, como saboreando el momento de tenerla entre sus temibles hileras de dientes y triturarla.
Perseo atacó a la horrenda criatura desde el aire.
Mientras, gritaba a Andrómeda desde lo alto: “¡No me mires. Sobre todo no mires lo que llevo en la mano!¡ Mejor cierra los ojos hasta que yo te avise!”.
Y así lo hizo la chica: apretó los párpados y esperó.
A Andrómeda le pareció que Perseo tardó una eternidad en acabar con el engendro aquel.
Al final oyó como si una enorme roca se desmoronase delante de ella. Un pedazo de esa roca le hirió en la mejilla. Desde entonces llevó una pequeña cicatriz que no hacía sino realzar la belleza de su rostro. (6)
Cuando abrió los ojos, agarrotada por el frío y el terror, vio que delante tenía lo que hacía unos instantes había sido el monstruo, ahora convertido en un montón de piedras de diferentes tamaños.
Perseo también estaba allí delante, agotado, sudoroso y llevaba en una mano un saco misterioso manchado de sangre.
A pesar de los nervios, Andrómeda pudo ver que llevaba unas sandalias con alas. La gente del pueblo corrió hacia ellos y varios hombres con hachas cortaron las cadenas que aún mantenían a Andrómeda atada a la roca.
Antes de lavar sus manos en las olas espumosas, Perseo, con gran cuidado, incluso con delicadeza, puso la cabeza de Medusa boca abajo en la arena.
A continuación la cubrió de algas para evitar que sus ojos muertos aún pudieran hacer daño a alguien. Recuerdo que las algas tenían forma de ramas.
ANDRÓMEDA POLIFOLIA: Andrómeda y Perseo se enamoraron de inmediato.
Una y otra vez tuvo que contar Perseo a Andrómeda sus fantásticas aventuras, que culminaron con la muerte de Medusa. La princesa no se cansaba de oírlas de labios del héroe.
–“Me hubiera gustado estar allí para ver cómo surgió Pegaso de la sangre de Medusa. Pero lo mejor es cómo, cuando pusiste la cabeza cortada de la Gorgona encima de las ramitas marinas, estas se convirtieron en corales.” – comentaba Andrómeda enamorada.
OLIVO: Al escritor Ítalo Calvino le causa admiración la delicadeza, incluso la cortesía, con la que Perseo trató el horrible despojo del monstruo vencido. “Cuánta delicadeza de alma se necesita para ser un Perseo, vencedor de monstruos”. (22)
ROSAL: Recito los versos de Ovidio: “Para que la áspera arena no dañe la cabeza de serpentina cabellera, Perseo mulle el suelo cubriéndolo con una capa de hojas, extiende encima unas ramitas nacidas bajo el agua, y en ellas posa, boca abajo, la cabeza de la Medusa”.
Es cuando las ramitas se transformaron en preciosos corales. (14)
ARAUCARIA*: ¡Lindo!
ANDRÓMEDA POLIFOLIA: Perseo y Andrómeda se casaron. Poco después de la boda, la pareja viajó a la isla de Serifos, donde un tal Polidectes tenía prácticamente secuestrada a la madre de Perseo.
El chico estaba muy preocupado por su madre, que llevaba demasiado tiempo manteniendo a raya a aquel tipo, que la acosaba sin desánimo.
En el viaje a Serifos Perseo le contaría a Andrómeda la historia de sus antepasados y la de su madre. La madre de Perseo se llamaba Dánae.
PERSEA: Perseo era hijo de Zeus y de la princesa de Argos Dánae. Sus antepasados por vía materna eran incuestionablemente ilustres. Entre ellos estaba Io, en el pasado también princesa de Argos además de sacerdotisa de Hera.
OLIVO: A mí me correspondió narrar la emocionante historia de Io en nuestra primera reunión. Io se convirtió en una de las amantes de Zeus más importantes y por ello más odiada y perseguida por Hera. La esposa de Zeus convirtió a Io en una ternera blanca y no cejó hasta tenerla en su poder. Io estuvo atada un tiempo a uno de mis ejemplares: un Olivo centenario.
PERSEA: La diosa de los bellos ojos castaños –Hera- encargó a un personaje de su confianza que vigilase a Io día y noche; se llamaba Argo.
Argo tenía el cuerpo cubierto con un centenar de ojos.
Cuando dormía solo cerraba cincuenta y los otros cincuenta ojos permanecían abiertos.
Zeus quería liberar a la joven Io y pidió a su hijo Hermes que se deshiciese de Argo.
HIGUERA: Como siempre,Hermes cumplió de forma eficaz el encargo de Zeus.
DÍCTAMO BLANCO: Mi diosa Hera sintió mucho la muerte de Argo y, en su honor, puso los cien ojos en la cola de su animal favorito: el pavo real, que nunca andaba lejos de la diosa de blancos brazos.
PERSEA: El mar Jónico se llama así en honor a Io, quien finalmente llegó a Egipto. Allí pudo descansar, dio a luz al hijo de Zeus y terminó siendo identificada con la diosa Isis.
Mi nombre rememora el de Perseo. En nuestra primera asamblea también fue el sagrado Olivo el encargado de contar el motivo por el cual los dioses decidieron que Perseo debía nacer; además de relatar sus emocionantes aventuras.
CHOPO DEL CANADÁ*: ¿Es que hubo una razón para el nacimiento de Perseo …?
PERSEA: Lo hubo, efectivamente. Y fue que alguien pudiese llevar a cabo la muerte de Medusa. La Gorgona Medusa se había convertido en un peligro mortal. Aquel que la miraba a los ojos quedaba convertido en piedra en ese mismo instante. Y fueron muchísimos los que así perdieron la vida.
POSIDONIA: Medusa era una de las tres hermanas llamadas Gorgonas. Eran hijas de Ceto y Forcis y nietas de Gea y Ponto. Medusa era la única Gorgona mortal; sus hermanas eran inmortales, pero de una fealdad imposible de mirar. Medusa, por el contrario, era guapísima y Poseidón se enamoró de ella. Parece ser que la Gorgona y el dios del mar se amaron en un templo de Atenea.
OLIVO: Aquello ofendió a mi diosa. Atenea transformó a Medusa en un engendro horripilante, cuya cabellera que antes había causado admiración, ahora estaba formada por serpientes venenosas. Su mirada convertía en piedra a aquel que enfrentase sus ojos.
PERSEA: Los dioses decidieron que debía nacer un héroe capaz de dar muerte al engendro cruel en que se había convertido la Gorgona. Y ese fue Perseo. Zeus se convirtió en una lluvia de oro para acostarse con la que sería la madre de Perseo: la princesa Dánae. (*)
DÁNAE RACEMOSA: No creo que tengáis inconveniente en que sea yo quien hable de la mujer a quien debo mi nombre.
PERSEA: Todo lo contrario, Dánae racemosa, planta perennifolia, originaria de la cuenca del Mediterráneo y de la familia de las asparagáceas.
DÁNAE RACEMOSA: Mi pobre princesa Dánae vivía enclaustrada en sus aposentos por orden de su padre Acrisio.
Acrisio mantenía allí encerrada a su joven hija por la siguiente razón: un oráculo le había advertido que moriría a manos de su nieto; y desde entonces vive atemorizado; no se le ocurre otra idea que mantener a Dánae fuera del mundo.
Pero cuando Acrisio se entera de que Dánae había dado a luz, manda que la arrojen al mar encerrada en un cofre junto con Perseo recién nacido. Ambos, madre e hijo, logran sobrevivir y llegan a la corte de Polidectes. Allí, Perseo crece hasta convertirse en un fuerte muchacho.
El Olivo contó en nuestro primer congreso arbóreo los avatares que Perseo hubo de afrontar hasta matar a Medusa, de cuya sangre nace el inmortal corcel Pegaso.
Los ojos de Medusa conservan el poder de convertir en piedra a quien los mira incluso después de muerta. Perseo emprende volando el viaje de vuelta hacia el lugar donde su madre Dánae le espera impaciente.
Pero antes de llegar a su destino el héroe vislumbra desde el aire, allá abajo en un acantilado, a una joven y bella muchacha atada a una roca y en verdaderos apuros: un monstruo se dispone a lanzarse sobre ella y devorarla. Es Andrómeda.
Perseo saca la cabeza de Medusa del saco donde la ha guardado y logra que los ojos de la bestia marina se fijen en los ojos de la Gorgona. Al momento el monstruo queda petrificado.
ANDRÓMEDA POLIFOLIA: Como dije antes, una vez casados, Andrómeda y Perseo viajan a la isla de Serifos. Con la cabeza de Medusa en su poder, a Perseo le cuesta poco liberar a su madre Dánae de las insidias de Polidectes, quien finalmente se queda de piedra literalmente.
Finalmente, Perseo le da la cabeza de Medusa a Atenea. Y la diosa la coloca en su escudo. Allí, persiste el temible poder de la mirada de Medusa.
Sigue tú, Danae racemosa de brillante follaje verde, cuyos brotes jóvenes aparecen en la primavera.
DÁNAE RACEMOSA: Luego, Andrómeda y Perseo, en compañía de Dánae, viajan a su ciudad: Argos. Perseo y Dánae están encantados de regresar a su tierra; tanto, que están dispuestos a perdonar al abuelo Acrisio. Pero cuando llegan Acrisio no está. Se ha ido a Larisa a ver unos juegos.
Perseo decide ir también a Larisa, pero como participante en los juegos.
En el lanzamiento de disco, sin pretenderlo, mata a un espectador. Se trata de Acrisio, su abuelo. El oráculo se ha cumplido.
SAUCE LLORÓN*: ¡Emocionante! Pero, Persea, tú no te has presentado…
PERSEA: Cierto. Lo haré ahora. En Egipto yo era conocido también como el árbol ished. Era un árbol sagrado, origen de la vida. En Heliópolis estaba plantado en el recinto del templo. Mis árboles, de frutos comestibles, se plantaban con objeto de embellecer y dar sombra a los templos. Me representaban próximo al trono del faraón. Se decía que yo crecía en el mundo de los dioses. Me asociaron al nacimiento del dios Ra, aunque también se me relacionaba con Osiris y su renovación cíclica. Thot, el dios egipcio de la escritura, escribía en mis hojas. (23)
CHOPO DEL CANADÁ*: ¿Y cómo acabó la historia de la princesa a la que debes tu nombre?
ANDRÓMEDA POLIFOLIA: Andrómeda y Perseo fueron felices y tuvieron varios hijos. Cuando Andrómeda murió, la diosa Atenea la convirtió en una constelación que lleva su nombre. También tienen su constelación Perseo, Pegaso e incluso Casiopea.
Próxima lectura: «El fantasma del Silfium» Capítulo 48
Elena Huerta Fernández para VISITARB MADRID
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