Hécate, el Acónito y la Cicuta
Capítulo 43
ACÓNITO: Gracias, Cornejo, de madera más pesada que el agua. Soy el Acónito común, o Acónitus napellus, la planta más venenosa de Europa. Dado que encierro tanto peligro, creo que es muy recomendable y beneficioso que los humanos aprendan a reconocerme.
LINO: De eso no se pueden tener garantías, Acónito. Con los humanos nunca se sabe. Hacen de casi todo un arma de doble filo.
CICUTA: Pesimista por naturaleza, Lino.
LINO: Por naturaleza no, Cicuta de la familia de las apiáceas. Por mis historias mitológicas, que son tristes como habrás podido constatar, herbácea bianual que puedes alcanzar gran tamaño.
ACÓNITO: Tanto la Cicuta, planta típica de terrenos baldíos, escombreras y bordes de caminos, como yo mismo, creemos nuestra obligación describir algunas de nuestras características visibles, porque el que avisa no es traidor.
Mis hojas son palmeadas, lobuladas, de un color verde oscuro.
Mis tallos son erectos, altos, coronados por racimos de largas flores azules, púrpuras, blancas, amarillas o rosas,
con numerosos estambres
Se distinguen porque uno de los cinco sépalos (el posterior) tiene forma de yelmo cilíndrico.
Desde la antigüedad homérica es señalada mi toxicidad, que se debe a la aconitina, uno de los alcaloides más activos y tóxicos. Dos miligramos provocarían grandes trastornos cardíacos y tres miligramos más supone una dosis letal. (23)
Mi uso siempre es muy peligroso, y se conocen casos en los que el veneno hace efecto al contacto con la piel. La ingestión de cualquier parte de las plantas del género Aconitum al que pertenezco supone un riesgo también para la salud de los animales.
Los alcaloides presentes en nuestras raíces tienen potentes efectos cardiotóxicos y neurotóxicos, Incluso soy una fuente oculta de envenenamiento en infusiones de hierbas no tóxicas que se contaminan con mis raíces.
PAPIRO : Acónito deriva del griego antiguo akòniton que significa «planta venenosa».
ACÓNITO: La historia mítica de mi nacimiento está directamente relacionada con Heracles, porque broté por vez primera cuando cayó a la tierra la saliva espumeante del perro infernal: el prodigioso e indecible (2) Cancerbero.
Era un can despiadado y feroz. Tenía cincuenta cabezas y su ladrido sonaba como el bronce. El Cancerbero vomitó una espuma venenosa cuando sus ojos vieron, por vez primera y única, la luz del sol.
Heracles le había sacado arrastras del Hades después de luchar con él y vencerle. Fue el penúltimo trabajo de los doce que tuvo que realizar el héroe para su primo Euristeo.
Los antiguos griegos me consagraron a la enigmática diosa Hécate. Sus orígenes son tan antiguos que están enraizados en lo desconocido. En un principio Hécate era una divinidad del mundo subterráneo.
GRANADO: Mi amada diosa Coré-Perséfone prefería la compañía de Hécate.
ACÓNITO: La figura de Hécate se fundía con la de Ártemis, la Titánide Luna (Selene) e incluso con la de la Gran Diosa primordial. Hécate posiblemente procedía de la región de Caria.
PINO PIÑONERO: Antes dije que Caria era una región de Asia Menor, frente a la isla de Rodas.
ACÓNITO: Los griegos decían que mis plantas más venenosas crecían en el reino de la Cólquide, el país de la hechicera Medea. En la tragedia que Eurípides escribe sobre Medea, esta invoca a Hécate como su señora.
FRESNO: Hesíodo pone en valor a Hécate. La considera una diosa universal. El poeta de Beocia asegura que Hécate es una Titánide, nieta de una de las seis Titánides Primigenias: Febe.
PAPIRO: Febe significa “la brillante”.
ACÓNITO: Febe eligió a Ceos, uno de los seis Titanes primigenios. Tuvieron dos hijas. La primera fue la dulce, benévola y amable Leto (2)
quien, posteriormente, con Zeus fue madre de Ártemis y Apolo.
La segunda hija de Febe fue Asteria.
Casada con Perses –un titán de segunda generación- trajeron al mundo a Hécate.
ROBINIA*: Así que Hécate fue prima de los mellizos olímpicos Ártemis y Apolo.
ACÓNITO: Efectivamente, Robinia original del este de los Estados Unidos de América.
Hesíodo habla de los privilegios que Zeus otorga a Hécate: tiene poder en el cielo, la tierra y el mar.
Zeus no la quitó nada de lo que recibió en suerte entre los primeros dioses, los Titanes. (2)
Pero al pasar el tiempo Hécate fue adquiriendo cada vez más un carácter sombrío.
Era la diosa de la magia, los hechizos, los fantasmas, los espectros, los magos. Puede aparecerse adoptando la forma de un animal. Para manifestarse prefería las noches de luna llena y las encrucijadas de los caminos. Porque caminos y cruces eran considerados centros de energía mágica.
ALMEZ: Se la representa de forma triple: tres cuerpos y tres rostros de mujer unidos. Eso significa que tenía relación con la primitiva Triple Diosa neolítica, la Gran Madre originaria. Los artistas también la representan con una antorcha en la mano.
CICUTA: Eso se debe a que fue una antorcha el arma que Hécate utilizó para luchar y vencer al gigante Clitio en la guerra que mantuvieron los dioses Olímpicos y algunos de los Titanes contra los gigantes: la Gigantomaquia.
También en el caso de Hécate hizo falta la intervención de Heracles para conseguir que el gigante Clitio muriera, como nos contaba el Heracleum mantegazzianum hace un rato, hablando de Hera.
Yo, Conium maculatum, estuve también bajo la advocación de Hécate
ÁLAMO NEGRO: Como yo mismo.
TEJO: Y yo.
SAUCE: Y yo.
CICUTA: Mi toxicidad también se conoce desde épocas remotas. He de reconocer que soy una especie invasora. Procedo de Europa y el Norte de Africa. El consumo de alguna cantidad de mis hojas puede matar a un humano adulto en pocas horas. Los griegos me utilizaron para dar muerte a los condenados.
Todos sabéis quién de ellos fue el más famoso. Para mi vergüenza, Sócrates murió por mi intervención. Fue en el año 399 antes de Cristo. Se acusó al filósofo de negar la existencia de los dioses de la ciudad, obrar contra sus leyes y subvertir a la juventud. Sócrates tenía alrededor de setenta años.
Le encarcelaron y fue obligado a beber una copa cuyo contenido … ¡en fin…! ¡Nunca dejaré de sentirlo!¡Nunca podré perdonármelo! …
Mis hojas superiores son más pequeñas que las inferiores, que llegan a medir sesenta centímetros de longitud.
Mis pequeñas flores blancas están organizadas en umbelas de diez a quince centímetros de diámetro.
Por lo general, el que un humano se intoxique con mis plantas se debe a que me confunda con otras umbeliferas comestibles, como la zanahoria
o el anís,
o porque consuma algún animal que previamente me haya consumido.
Vivo en ambientes ricos en nitrógeno, húmedos y frescos, como las orillas de los ríos, arroyos, zanjas y zonas sin cultivar. Pero también en los bordes de los caminos, campos de cultivo y áreas de desecho.
Si se me rompe o se me deshace, desprendo un olor nauseabundo. Es mi forma de avisar.
PALMERA: Por la relación de Hécate con Ártemis y por mi propia relación con esta última diosa de luminosidad fría y plateada, me ha tocado a mí cerrar la exposición del Acónito y de la Cicuta, de pequeños frutos de color verde claro y semillas de color negruzco.
Estoy segura de que os va a complacer a todos la narración que viene a continuación; y que corre a cargo de la Morera de recio tronco.
Proxima lectura:
«La morera, testigo de un error»
Elena Huerta Fernández para VISITARB MADROD