Filemón en Roble, Baucis en Tilo
Capítulo 29
TILO: Encantado, nudoso Roble de madera resistente a la podredumbre. En una ocasión Zeus tonante y su ilustre hijo Hermes asumieron la figura de dos viajeros y recorrieron la región de Frigia.
Fueron muchas las veces que se acercaron a las casas pidiendo hospitalidad. Todo era en vano: nadie se mostraba dispuesto a acogerlos en su morada.
Finalmente, ya bien entrada la noche optaron por acercarse a una cabaña de aspecto muy pobre. Una mujer de edad avanzada les abrió la puerta y les invitó cortésmente a entrar.
-“Con este tiempo deben estar muertos de frío. Y tienen aspecto de estar hambrientos. Precisamente mi esposo Filemón y yo nos disponíamos a cenar. Será un honor compartir con ustedes nuestra cena.” – ofreció Baucis, que así se llamaba la anciana.
Afuera, la lluvia se estaba concentrando para tomar color, y en menos que cae una hoja al suelo, la nieve caía abundante, vertical, mansa y silenciosa. El campo, los tejados de las casas, las pilas de leña cortada y las ramas de los árboles se habían cubierto de esa materia fascinante de blancura maravillosa, que los griegos llamaban Quión.
Baucis, acercándose al fuego del hogar para coger la sopa que iba a servir de cena, añadió en voz baja: –“Solo a los jóvenes se les puede ocurrir viajar con este tiempo húmedo y helador”.
ROBLE: En ese momento entraba Filemón, el esposo de Baucis, con su gorro de campesino lleno de nieve; la azada al hombro. Se descubrió ante los huéspedes y les tendió afablemente sus manos heladas.
Los cuatro se sentaron a la mesa frente a la sopa y el pan en que consistía la sencilla cena de Baucis y Filemón. Los ancianos esperaban ver a los extranjeros lanzarse con voracidad sobre los alimentos, y se preocuparon cuando vieron que no comían nada.
–“¡Oh, cuánto sentimos que nuestra humilde cena no sea de su agrado. Pero este invierno ha llovido tanto que se han estropeado muchas de nuestras hortalizas!” – se disculpó Filemón.
–“Noble Filemón, noble Baucis. Con seguridad que esa sopa y ese pan deben estar exquisitos”. – agradeció Hermes; y añadió: “Pero nosotros solo podemos alimentarnos de néctar y ambrosía”.
TILO: “¡Pero esa es comida de dioses!”– se oyó musitar a Baucis a la que se le cayó de las manos la escudilla cuando vio que los viajeros se habían transformado. Una luz parecía emanar de sus cuerpos y flotaban vagamente, porque sus pies no estaban apoyados del todo en el suelo. Baucis se abrazó a Filemón y ambos retrocedieron a un rincón de la estancia. (6)
–“No temáis nada, buenos ancianos. Aquí mi padre Zeus. Yo soy Hermes, el heraldo de los Inmortales.”
Y los dioses así se identificaron y animaron a Baucis y a Filemón a que les pidiesen aquello que fuese lo que más deseaban.
ROBLE: Pero el deseo más ferviente de los ancianos era que cuando llegase la hora de su muerte esta les llevase juntos, y así se lo hicieron saber a los dioses.
Zeus y Hermes enviaron un diluvio que asoló toda la región como castigo por su falta de hospitalidad. Pero la lluvia respetó la cabaña y el huerto de Filemón Y Baucis.
Los ancianos vivieron felices lo que les quedaba de vida. Cuando llegó la hora de su muerte, ambos murieron al mismo tiempo. Pero no murieron realmente, porque …
TILO: Baucis se convirtió en un hermoso Tilo.
ROBLE: Y Filemón en un fuerte Roble.
Ambos árboles se levantaban uno al lado del otro frente al templo en que se convirtió la cabaña que había sido testigo de la vida y del amor fiel y duradero de los ancianos.
TILO: El Roble de valiosa madera y yo agradecemos vuestra atención.
La siguiente planta en intervenir es una fanerógama …
GRANADO: Papiro, querido, ¿puedes explicar al personal lo que significa la palabra “fanerógama”? Creo que la Higuera no lo tiene claro.
PAPIRO: Con mucho gusto, Púnica Granatum. Fanerógama es aquella planta cuyos órganos sexuales, es decir, las flores, están a la vista.
HIGUERA: ¡Ay, por Hermes, eres imposible, árbol de hojas simples, pequeñas y caedizas, y ramas con espinas!
ROBLE: ¡Silencio! Va a hablar el Helychrysum orientale, del género botánico Helichrysum. Se estima que a este género pertenecen seiscientas especies. Las hay anuales, herbáceas perennes y arbustos. Todos esperamos ansiosos tus palabras, Helicriso, que habitas Eurasia, África y Australia. ¡Y he dicho todos, por el agua que buscan nuestras raíces!
Proxima lectura:
« La Ninfa “Bucles dorados”. Helicrisos en la tumba de Aquiles»
Elena Huerta Fernández para VISITARB MADRID