El plátano se queda de piedra
Capítulo 37
PLÁTANO: Cuando me oigáis decir –como digo ahora- que soy uno de los protagonistas de la Ilíada de Homero, no quiero que ninguno de vosotros piense que me estoy comparando con el esforzado Héctor, con el agraciado Paris, con el noble Áyax, con el casi divino Aquiles, con el heroico Patroclo, con el rey Príamo o con el sagaz Odiseo pródigo en ardides.
Si así lo hiciera, lo único que demostraría sería una supina estupidez. Pero en la Ilíada maravillosa tuve mi momento y os lo voy a relatar… si os parece bien, claro está…
ROBLE: ¡Para luego es tarde, Tronco!
MIMOSA*: Todos estamos expectantes, Plátano de Sombra de corteza gris verdosa.
PLÁTANO: Pues bien, las naves aqueas se habían reunido en Áulide… ¿Estás ahí, Pino?
PINO PIÑONERO: Sí. Áulide era una ciudad portuaria. Los griegos embarcaron hacia Troya en el puerto de Áulide.
PLÁTANO: Allí, muy cerca de un cristalino manantial, había un altar. En ese altar los aqueos ofrecieron sacrificios a los dioses para que les fueran propicios. El ara sagrada se encontraba bajo uno de mis árboles, un altísimo Plátano de imponente fronda, a la sombra del cual manaba la límpida corriente de agua.
Y allí, a la vista de todos, “ocurrió el portento: un dragón espantoso con la espalda purpúrea” (4) salió de debajo del altar y subió sigiloso por el tronco del Plátano.
En la rama más alta, escondido entre el follaje había un nido de gorriones, en el que piaban ocho gorrioncillos y su madre.
Al apercibirse de la presencia del reptil, la madre revolotea en torno al nido, piando también con exasperación. Pero el angustiado pájaro no puede evitar que la serpiente se coma los polluelos. Luego el reptil se yergue, coge a la gorriona por un ala y la devora también.
Entonces acaeció algo insólito: Zeus, el que las nubes reúne (4) convirtió en piedra la escena.
Calcante, que era el adivino oficial de los griegos, interpretó el prodigio de la siguiente manera:
–“Aqueos de largas melenas y de hermosas grebas, lo que hemos visto quiere decir que nuestra lucha durará nueve años, tantos como pájaros ha devorado la serpiente. Pero después, al décimo año, la ciudad de Troya será nuestra”.
El incidente lo cuenta en la IIíada Odiseo, o Ulises, que con ambos nombres se le reconoce. Parece que lo estoy viendo. Los aqueos están a la vista de Troya. Es el noveno año que luchan contra los troyanos. Odiseo –o Ulises, como más os guste- tiene un cetro en la mano y hay un heraldo a su lado.
Un heraldo que no es tal, sino la misma diosa Atenea que había tenido el gusto de tomar esa figura; el inconfundible magnetismo de su mirada la delataba.
OLIVO: La protección que mi diosa Atenea lleva a cabo con los héroes y el apoyo activo que les presta viene a significar el auxilio que aporta la inspiración y la razón a la fuerza bruta.
TUYA*: Papiro, ¿“grebas” es…?
PAPIRO: Es una pieza de la armadura que cubría desde la rodilla hasta la base del pie.
OLMO: Calcante es el augur principal de los griegos en la guerra de Troya. En todas las circunstancias importantes relacionadas con la guerra nos encontramos su intervención.
PLÁTANO: Pues mi exposición ha terminado. La Higuera sabe cómo sigue la historia de Calcante el adivino. En mi opinión debería volver a intervenir para contarnos cómo fue su final. ¿No crees que tengo razón, Higuera?
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