El eléboro blanco y las hijas de Preto
Capítulo 18
ELÉBORO BLANCO: Me pongo a ello, apreciado Moral de flores menudas que se abren en verano.
El rey Preto tenía tres hijas. Hasta aquí, todo normal. Lisipe, Ifínoe e Ifianasa se llamaban las hijas del rey Preto. Todo hubiera seguido su cauce natural si un buen día no se les hubiese ocurrido decir que por nada del mundo estaban dispuestas a seguir los ritos de Dioniso.
VID: Mi dios las volvió locas, ¿a que sí?
ELÉBORO BLANCO: ¡Ajá!
VID: Lo sabía.
HIEDRA: Era algo superior a él. No podía evitarlo.
SECUOYA*: Se ve que es una constante. Cuando un dios se enfada con alguien, lo primero que corre peligro y habría que poner a buen recaudo es la cordura.
ELÉBORO BLANCO: Pues así es, Secuoya cuya altura puede superar los cien metros. Lisipe, Ifínoe e Ifianasa creían ser vacas y recorrían los campos y praderas mugiendo y compitiendo a ver cuál de ellas lo hacía mejor.
HIEDRA: Dioniso, además de vengativo, era algo burlón.
MANZANO: Pues yo oí que quien provocó el penoso estado de enajenación mental de estas jóvenes fue mi diosa, la divina Hera de bellos ojos castaños cuya dulzura contrastaba con lo fuerte de su temperamento. Al parecer, Hera se había sentido menospreciada por las chicas en alguna ocasión.
VID: Creed la versión del Eléboro, que, con seguridad, es la cierta. Fue Dioniso.
AVELLANO: ¡Y siguen erre que erre! ¡“Es la cierta”!
VID: Una advertencia, Avellano. No te metas ni con el dios ni conmigo. Ambos tenemos el poder de alterar las mentes.
ROBLE: Estoy prácticamente convencido de que lo que pasó fue que las tres princesas eran afines a la religión órfica, que propugnaba el amor a la paz y al saber, que rendía culto al Sol o a Apolo y que fue fundada por mi querido Orfeo. Una postura religiosa incompatible con los ritos dionisíacos.(6)
ELÉBORO BLANCO: Bueno, a lo que voy es que fue gracias a mí que las tres jóvenes hermanas se curaran de su locura. Mi denominación científica es Veratrum álbum, pero también se me conoce como el Melampodium. Y este nombre se debe al adivino Melampo, que se sirvió de mis plantas para curar a las tres muchachas.
En síntesis, que mis plantas curaron de su locura a las hijas de Preto. Eso es lo importante.
PERAL: Tampoco hay que dejar de poner en valor la acción del gran adivino Melampo.
ELÉBORO BLANCO: Cierto, Peral que amas el calor, de ramas, con frecuencia, espinosas. Ya he dicho que el uso que de mí hizo el adivino Melampo explica que en el mundo botánico se me conozca también como Melampodium.
PALMERA: Yo puedo aportar un detalle a la historia; y es que fue en un santuario de mi diosa Ártemis, en Arcadia, donde Melampo purificó y curó de su demencia a Lisipe, Ifianasa e Ifínoe.
ELÉBORO BLANCO: Falta una cosa importante que añadir. Melampo no trabajó de forma gratuita. Cuando Preto se presentó ante él con el ruego de que socorriese a sus desdichadas hijas, Melampo, con una expresión sardónica dibujada en la cara, le espetó:
-“En pago por mis servicios habrás de darme la tercera parte de tu reino”.
Preto se quedó de piedra y en un principio se negó; le pareció un precio abusivo. Ahí Melampo no se comportó como se espera que lo haga un médico; incumplió incluso el código ético de la medicina. La consecuencia fue que la situación de las tres jovencitas agravó, con lo cual, muy poco tiempo después …
-“Acepto tus condiciones” – masculló airado Preto – “Pero, por favor, libra a mis hijas de su penoso (y ridículo) estado de enajenación” – a lo que Melampo replicó:
-“Ten en cuenta que las condiciones han cambiado: ahora el pago por mis servicios será las dos terceras partes de tu reino”.
Preto terminó aceptando las condiciones de Melampo y este curó a las muchachas.
Finalmente se convirtieron en suegro y yerno, porque Melampo y una de las chicas, Ifianasa concretamente, se enamoraron y se convirtieron en marido y mujer.
CIPRÉS DE LOS PANTANOS*: Un desenlace con un toque final de romanticismo. Pero recuerdo que el Moral de fruto parecido a la fresa nos había anticipado que existió una relación entre Preto y el héroe Belerofonte. Y a todo esto nadie ha explicado todavía quién es Belerofonte y la naturaleza de esta relación.
ELÉBORO BLANCO: Eso lo hará el Arce Sicómoro también llamado Arce Blanco. ¿Tengo razón, Arce Sicómoro cuyos frutos son dos sámaras unidas?
Proxima lectura:
«El Arce sicómoro y la Quimera»
Elena Huerta Fernández para VISITARB MADRID