El arce sicomoro y la quimera
Capítulo 19
ARCE SICOMORO: Tienes razón, venenoso Eléboro de flores de color blanco amarillento. Hablaré de Belerofonte y de su relación con Preto, Ciprés de los Pantanos que emites raíces aéreas en suelos anegados.
Dado que desde siempre me han llamado la atención de manera especial los monstruos míticos, de todos los vegetales aquí reunidos posiblemente sea yo quien más sepa de Belerofonte por su relación con Quimera.
EUCALIPTO*: ¿Y de dónde te viene ese interés por los seres aberrantes, Arce?
ARCE SICÓMORO: Mi interés por los seres aberrantes se inició en aquella hora en la que Equidna dio a luz bajo mis frondas a la temible Hidra de enorme cuerpo de perro y múltiples cabezas de reptil.
Aunque de cintura para abajo Equidna era una gran serpiente, de cintura para arriba su encanto era de tal calibre, que si fuera posible que un árbol llegase a enamorarse de un humano, yo diría estar enamorado de Equidna, la de ojos vivos y hermosas mejillas (2).
Los escritores de mitos no se ponen de acuerdo sobre los ascendientes de Equidna. Unos dicen que fue hija de Forcis y de Ceto. Otros … En fin, lo importante es que Equidna es la madre de la mayor parte de los seres antinaturales de la mitología. Tampoco existe consenso en si Equidna fue la abuela o la madre de Quimera, cuya historia va unida a la de Belerofonte.
ENCINA: ¿Y nunca te ha llamado la atención, Arce Sicómoro, que la mayoría de los monstruos de la mitología sean femeninos?
ARCE SICÓMORO: Pues ahora que lo dices, Encina, veo que estás en lo cierto: Equidna, Quimera, la Esfinge, la Hidra, las Sirenas, las Harpías, las Keres…
ENCINA: Poine, Empusa, Mormo, Gelo, Lamia…
ARCE SICÓMORO: La razón de semejante hecho se me escapa … Pero vuelvo con Belerofonte. Poseidón, el dios que ciñe la Tierra, se enamoró un día de una princesa de la ciudad de Mégara. Belerofonte fue el resultado de ese amor.
Un día Belerofonte cometió un homicidio. Sucedió en una de esas jornadas tristes y anodinas, cuya grisura pesaba como el plomo; un día que había discurrido sin que los seres que habitamos la tierra viésemos brillar apenas la luz solar.
Unos dijeron que había matado sin querer a su propio hermano. Otros decían tener la certeza de que fue al tirano de Corinto a quien Belerofonte había asesinado.
PAPIRO: Sabed que Belerofonte significa «Asesino de Belero», por lo que se supone que fue a Belero a quien mató en Corinto
ARCE PSICÓMORO: Gracias, Papiro. El hecho es que el joven Belerofonte se vio obligado a huir de la ciudad que le había visto nacer. Viajó hasta Tirinto, donde reinaba Preto, de quien nos ha hablado el Eléboro blanco, y allí le rogó que le purificase del crimen cometido.
El rey Preto purificó a Belerofonte. mediante los ritos de la lustratio
Pero las desgracias nunca vienen solas y enseguida nuevas dificultades acosaron a Belerofonte. La esposa de Preto, que se llamaba Estenebea, se encaprichó del joven.
El héroe no respondió a los requerimientos de la mujer, y ésta, impelida por la soberbia, la rabia y el rencor, acusó al joven ante su marido, asegurando entre lágrimas que Belerfonte había intentado seducirla.
Las leyes de hospitalidad impedían a Preto tomar personalmente venganza matando él mismo a Belerofonte y optó por otra solución: le enviaría a la corte de su suegro, el rey de Licia, con una carta en la que relataba lo que había sucedido. En la misiva Preto pedía a su padre político –subrayando que lo hacía sobre todo en nombre de su hija Estenebea- que diera muerte al héroe.
ROBLE: ¡Vaya movida!
ARCE SICÓMORO: Así que Preto llamó a Belerofonte y le anunció lo siguiente:
“Querido Belerofonte, necesito que viajes a Licia y lleves un mensaje a mi suegro, el rey Yóbates. Se trata de algo privado. Ni que decir tengo que confío en que no abras la misiva. Cuento con tu discreción y tu buena educación.”
“Puedes contar con las dos” –aseguró Belerofonte.
Belerofonte cumplió su palabra y, una vez en el reino de Yóbates, entregó a este el pergamino con el mensaje. Pero Yóbates también se sintió incapaz de matar a Belerofonte así, de buenas a primeras.
HIGUERA: Se me ocurre que Yóbates conocía lo “pelandusca” que era su hija Estenebea. ¿Por qué me miras, Granado?
GRANADO: Por nada, Higuera querida, a quien la antigüedad consideró símbolo de generación y fecundidad … por tus higos.
HIGUERA: ¡Cállate, por Hermes!
ARCE SICÓMORO: Yo iba diciendo que Yóbates, el suegro de Preto, no pudo matar a Belerofonte.
GRANADO: En el fondo el chico le caía bien.
ARCE SICÓMORO: Pero Yóbates no tenía más remedio que vengar el honor de su hija Estenebea, y como por aquel entonces una bestia infame –es decir, Quimera- estaba devastando aquellas tierras, pensó: “Ya está. Con un poco de suerte mataré dos pájaros de un tiro”.
GRANADO: ¿Pero la pájara no era Estenebea?
HIGUERA: ¡Que mires para otro lado, Granado! Consigues sacarme de mis cosillas … de mis casillas.
ARCE SICÓMORO: Continúo, si no tenéis inconveniente. Yóbates encargó a Belerofonte que matase a Quimera.
Como dije antes, lo mío son los seres aberrantes que producen espanto: Quimera tenía cabeza de cabra, pero su cuerpo era de león, excepto la parte trasera que era de dragón; exhalaba por sus fauces un fuego mortal. Como casi todos los engendros de la mitología era hija de Tifón
y de Equidna;
aunque en lo que respecta a este último punto no hay acuerdo total entre los que escriben historias mitológicas.
Belerofonte pensaba –y tenía razón- que matar a Quimera era algo de todo punto imposible: “Para ello tendría que contar con una montura capaz de volar que me permitiera sortear las llamaradas que regurgita esta alimaña. Qué estupidez la mía. Una montura alada … Es algo inimaginable.”
AVELLANO: ¡Y tenía toda, pero toda la razón!
ARCE SICÓMORO: Si fuera inimaginable, sería por falta de imaginación; y no creo que a ti precisamente te suceda eso, Avellano.
Pero la montura alada no sólo no era inimaginable, sino que también era real. Pertenecía al dios Poseidón y se llamaba Pegaso.
Pegaso era un hermosísimo caballo alado. Poseidón regaló a Belerofonte el maravilloso caballo volador. Al fin y al cabo Belerofonte era hijo del dios del mar.
CASSIA *: “Toda cima es ilustre si Pegaso la sella …” Rubén Darío, poeta nicaragüense … como yo.
ROSAL: Muy bonito, Cassia Moschata.
POSIDONIA: Pegaso fue hijo de la Gorgona Medusa.
Surgió de la sangre de Medusa cuando fue muerta por el héroe Perseo. De Perseo sabremos cuando sea el turno de la Andrómeda polifolia, de flores de color rosado y corola esférica. Pegaso también era hijo de Poseidón.
ARCE SICÓMORO: Nadie conoce a Poseidón el de azulada cabellera (2) como tú, alga mediterránea valiosísima.
Pero creo que debes ser el Moral quien termine el relato acerca de Belerofonte, dado que en la historia interviene el arúspice Poliido, con quien se siente tan unido desde el día en que ambos jugaron un papel tan importante en la vida del pequeño Glauco, el príncipe cretense que se ahogó en miel.
Vamos, Moral cuyos amentos masculinos están separados de los femeninos.
HIGUERA: ¡Qué obsesión con el sexo!
Próxima lectura:
«Poliido y el jinete de Pegaso»
Elena Huerta Fernández para VISITARB MADRID